Yolanda Villavicencio
El 23 de Abril fue el último pleno de este mes del libro, y pudimos escuchar palabras muy duras, pero sinceras en boca de la señora Aguirre. Sinceras porque defienden y agitan lo que ella y su partido representan. Fue un debate tan enconado y tan crispado que pudimos escuchar frases de la lideresa de tanto desprecio a la cultura y a la universidad como que la reunión contra el franquismo y en apoyo del juez Garzón, fue un “aquelarre de carcamales resentidos” son palabras que suenan a vendeta, porque ella no olvida que en el 34 “la escolta de Prieto asesinará al líder de la oposición”.
Y es que esta actitud revanchista, del partido PP, con aire de vencedores, como efectivamente lo fueron, nos lleva de nuevo al debate que en otras latitudes ya se ha dado y es el juzgamiento de las atrocidades de una dictadura que quedaron en la impunidad frente a las víctimas y sus familias a cambio de paz y olvido.
El franquismo dejo en el anonimato de esta realidad a más de 130.000 familias y en la cuneta y fosas comunes a sus muertos, -los perdedores-, además de un exilio de millones de españoles. Hoy las víctimas sólo quieren recuperar sus muertos y recuperar la dignidad y la memoria histórica, algo tan importante para un pueblo y su futuro.
La idea de que la historia no debe tocarse, porque hubo una transición no impide los conflictos que de forma permanente aflorarán, en la sociedad, las víctimas piden justicia de lo contrario los odios no se superarán, porque ayer lo que viví en la asamblea fueron esos odios escondidos y reprimidos, de la derecha, una derecha incapaz de reconocer y de condenar una dictadura de oprobio no sólo para los descendientes de los vencidos, sino para ellos, hijos de los vencedores que hoy gobiernan en instituciones democráticas. Efectivamente como dijo una compañera “han ido muy lejos”.