Feeds:
Entradas
Comentarios

Archive for junio 2009

Foto Colombia“Erradicar la pobreza y el hambre”, dice la ONU, es la prioridad número uno de los Objetivos del Milenio y tenemos hasta 2015 para cumplir con ello. Desgraciadamente, el hambre la siguen sufriendo millones de personas por vivir en la pobreza.

Datos del informe de Intermón Francia dan cuenta de que muchas personas, especialmente en la infancia, siguen muriendo cada día por causas relacionadas con el hambre. Afortunadamente el citado informe no se queda allí sino que incluye recomendaciones con las soluciones a futuro entre las que están una adecuada inversión en agricultura; un comercio justo; la redistribución de recursos y la lucha contra el cambio climático. En la Comunidad de Madrid seguimos sin ver en el plan de Cooperación 2009-2012, o inclusive en el anual 2009, acciones concretas que aborden las causas de esta grave situación en el mundo. Si así fuere el continente prioritario de su actuación sería África y el esfuerzo aumentaría.

Actualmente América Latina es la región fundamental de dicha cooperación, con el 70% de los fondos, seguida de África con un 20% y el 10% restante distribuido entre los demás países. En otras palabras, 7 de cada 10 euros para América Latina, 2 euros para África, y 1 para el resto de países. Esta aseveración no debe tomarse como una opinión en contra de los fondos que se dedican la región latinoamericana, que por diversos motivos sentimos como hermana, además de que ciudadanos/as de la región han escogido Madrid como país de destino de su migración. Creemos, sin embargo, en la coherencia con los objetivos del Milenio y habrá que plantearse reducir paulatinamente estas diferencias, no quitando cooperación a América Latina, sino aumentándola con África.

El gobierno regional lo señaló en el Balance del Plan 2005-2008, en el que dicen, que cumplieron con creces los objetivos presupuestarios de la cooperación al desarrollo pero que, justamente con África, el reparto no se ajustó estrictamente a lo previsto. Asimismo reconocen que tienen dificultades para cumplir todas las previsiones presupuestarias por ámbitos geográficos y temáticos de toda la cooperación que realiza. Nos preguntamos entonces ¿seguirán los planes anuales esta tendencia? ¿Y en 2009 cómo van a afrontar este compromiso con África? ¿Cómo encaminarán acciones hacia la raíz del problema?

Cuando hablamos de cooperación al desarrollo, de lo que se habla es de esfuerzo, y el esfuerzo se mide en función del porcentaje que se dedica a ello. El Consejo Regional de Cooperación al Desarrollo dijo, ya en el año 2001, que destinaría el 0,29 por ciento del presupuesto de la Comunidad de Madrid para cooperación al desarrollo; a día de hoy se dedica el 0,17 por ciento de los presupuestos. A este paso la Comunidad de Madrid no cumplirá el 0,7% del PIB dirigido hacia la cooperación sino hasta el año 2020.

Aquí no vale el argumento de que en un contexto de crisis nacional e internacional la “austeridad” limite la solidaridad y la ética. Contribuir a erradicar la pobreza y el hambre en el mundo, no pasa por cálculos de ningún tipo, es un compromiso internacional que nos obliga.

Artículo publicado en el periódico digital www.elplural.com

Read Full Post »

Mascara_EspeLas encuestas y los resultados de las recientes elecciones europeas permiten extraer algunas deducciones de la situación de un Partido Popular que en Madrid sigue estando por delante de las fuerzas políticas de izquierdas, aunque ello no se corresponda con la realidad del desgobierno, los desafueros y las imputaciones de “corrupción” a cargos públicos «populares». Aunque la verdadera encuesta será la que tenga lugar en el 2011, cabe hacer una reflexión previa más profunda.

A muchos alarma que tal deterioro democrático no se traduzca en una reprobación de la ciudadanía y que haya un juicio político de los madrileños bastante tolerante con la corrupción, lo que explicaría en parte los resultados. Claro que para hablar de juicio político hay que remontarse a la antigüedad, rescatando este concepto al que la teoría política ha dedicado poca atención. Ya no hay sofistas que le den el sentido que le otorgó Eurípides como «el arte práctico del buen gobierno». Muy al contrario, la idea sofista invertida ha servido como argumento para procurar la exclusión y el cierre de la esfera pública.

Las exclusiones que hemos vivido y las que aún padecen colectivos como los inmigrantes en el ejercicio de derechos políticos siempre se han justificado con argumentos como que esos grupos sociales carecían y carecen de capacidad de juicio político. Incluso entre liberales partidarios de la autonomía individual se ha dudado de que la igualdad de juicio político existiese y, si así fuese, se ha cuestionado que su uso generalizado fuera conveniente, de donde proviene la idea de restringir el sufragio. Este pensamiento avanza y, por ejemplo, Giovanni Sartori cree que, debido a la complejidad de los asuntos políticos y al tipo de conocimiento especializado que requieren, un cierto grado de apatía entre los ciudadanos debe ser bienvenido en cualquier democracia representativa y que las decisiones cruciales deben ser dejadas en manos de los “elegidos”.

La idea de implicación política siempre ha levantado sospechas entre los conservadores, que creían -y creen- que la participación real de la ciudadanía divide profundamente a la sociedad en demandas, ambiciones y necesidades excluyentes. En este caso, los índices de participación señalarían no a la fortaleza sino, precisamente, a la debilidad del régimen democrático. La alta participación sería, pues, señal de insatisfacción o de deslegitimación del sistema e impactaría negativamente en la gobernabilidad. Esto en realidad es lo que sucede en Madrid desde el 26 de Octubre de 2003 con Esperanza Aguirre como presidenta de la Comunidad pero es sólo ahora, en que nos encontramos con una crisis de proporciones desconocidas, cuando la ciudadanía desconcertada y agobiada por problemas de desempleo y sobreendeudamiento no atina en el quehacer político, no hay juicio político, no sabe del valor de participar y se percibe abandonada.

Leer más en artículo completo publicado en el periódico digital Nueva Tribuna

Read Full Post »

parlamento europeoLos resultados de las octavas elecciones Europeas y sus consecuencias son interpretados desde diferentes ópticas y queman mucho papel innecesario. La alta abstención en toda Europa merece especial atención, precisamente porque obviarla es condenarnos a repetir errores y debería ser responsabilidad de todos el buscar aciertos y soluciones para no reincidir en errores.

Quiero referirme a la abstención en España y en Madrid, donde la tendencia ha sido similar a la del resto de Europa, lo cual, en mi opinión, no debe ser ningún consuelo.

Sorprende la autocomplacencia de algunos representantes de los partidos ante la alta abstención y la interpretación triunfalista de los resultados electorales que obvian este “pequeño” detalle. Pero los datos son tozudos y desafortunadamente la ganadora de las elecciones ha sido la abstención. Incluso más: sumados los votos de todos los partidos, obtuvieron menos que los que la abstención consiguió, de modo que si “quedara representada” la abstención en el parlamento europeo veríamos muchas sillas vacías que ahora se llenarán por los perdedores materiales de las elecciones.

Ya se que las normas legales establecen mecanismos para resguardarse de una abstención siempre existente, pero resulta peligroso refugiarse en este argumento como si nada hubiera pasado, porque lo cierto es que más de la mitad de la ciudadanía con derecho al voto decidió no prestar un apoyo explícito y eficaz a ninguna de las propuestas en liza y eso pone en cierto modo en cuestión la que ha venido en llamarse legitimidad de ejercicio.

Pero también porque es el fiel espejo de lo que le importa a los ciudadanos la idea de Europa y de la propia inexistencia de una idea bien dibujada y atractiva de la misma; o más bien es el rechazo a una política que no transmite ni hace pedagogía sobre Europa y a una Europa que se siente lejana y desde hace unos años anquilosada y sin ideas fuerzas, ante los retos de la interdependencia y las consecuencias de una globalización con tantas desigualdades e injusticias.

Esta falta de proyección, es lo que se percibe en el ambiente así como el desconocimiento y la casi ausencia de participación e implicación en la construcción europea por parte de los ciudadanos. Si en la ciudadanía se produce un cierto desencanto y desinterés por lo que Europa pueda hacer para afrontar la crisis, ¿qué legitimidad tendrán esos europarlamentarios para pedir a la ciudadanía sacrificios y empeño en la construcción de una idea común?

La evidencia de que Europa no es una unión política y que el proyecto de tratado constitucional no se consolidó, la certeza de que no se debatió en su momento y en estas elecciones tampoco, se aprovechó para trasladar mensajes y contenidos de vital importancia en medio de una crispación insana que sólo movilizó a la derecha dejando a la otra mitad de ciudadanos en casa. Todo eso es lo que la abstención recelosa anuncia con su voto de castigo a la política efectuada.

Hoy que estamos a la espera del tratado de Lisboa y su aprobación final por Chequia y el referéndum en Irlanda, la gran mayoría sigue sin saber exactamente de qué se trata, qué mayores competencias tendrá el parlamento con él. Esta ausencia de pedagogía, debe ser superada, no sólo ha de hacerse en elecciones.

Los partidos tienen en ello responsabilidad, pero no se les escucha con una sola voz en Europa. Los ciudadanos tienen la sensación de que sólo se les tiene en cuenta en período electoral y como mercancía a la que pedir el voto, relegando su rol de ciudadanos a meros consumidores indefensos ante maquinarias de producción de candidatos sin contenido ideológico o programático. Esto se traduce en la frase de la calle: “no dicen nada, sólo se pelean”. Por ello no es de extrañarnos que a los añadidos problemas de la construcción se sume esta desinformación y la distancia con la que la miran los ciudadanos de a pie, en nombre de los cuales se dice que se hace todo.

Si bien el Parlamento Europeo tiene cada vez más competencia en lo social y lo económico, no elegir al presidente de la comisión supone un déficit de autonomía cuando menos, pero, además –lo más grave- es que el modelo social europeo, esta en contradicción con el modelo económico y esto se percibe en cada país. Baste mencionar la tentativa de aprobación de 65 horas semanales. Esa reducción de derechos que propone la derecha en Europa para los trabajadores muestra a la ciudadanía una Europa que no apuesta por ellos. La caída de la renta tanto en Alemania como en España muestra a los ciudadanos una Europa que no reacciona ante la pérdida de empleo ni ante el empobrecimiento de sus trabajadores. La tardía regulación del sistema financiero y las propuestas que a propósito de la crisis no se escuchan aún, son elementos que suman a la desilusión.

Las ofertas que si oímos con mucha altisonancia, son las que representan retrocesos. Son fórmulas de la derecha europea ante la crisis económica y social. Sólo se les ocurre más desregulación del trabajo, menos control financiero. En los últimos diez años, lo más importante que ha hecho Europa es la moneda única, desde la entrada del euro, cuestión muy importante, pero la Europa social está desdibujada.

Todo los postulados de Delors y sus preocupaciones por el empleo, por los derechos, parecen olvidados. La agenda social ha desaparecido. Son los jóvenes y los trabajadores los más desafectos a Europa y es palmario justamente en que ellos no ven que Europa defienda sus derechos, sino que a veces va incluso en contra de los derechos de los que disfrutan en el nivel nacional, ¿entonces para qué Europa?.

El pasado es glorioso para Europa. Eso ha quedado y no hay que olvidar nunca los valores que la han caracterizado, pero ahora parecen dormidos y los retos han cambiado, ¿Quién los liderará? En medio de una crisis impredecible, cómo revertir el proceso de desencanto?. Quizás en Europa hay que empezar el edificio por abajo. Ello requiere otros métodos de hacer política, partidos que se escuchen en Europa y con proyecto europeo, un cambio de la concepción de participación pasiva o delegada de los partidos, y que hoy con las nuevas tecnologías hace posible una participación para decidir, la renovación de un proyecto ampliado que debe presentarse con una sola voz ante el mundo y con promesas para cumplir, con proposiciones ante la crisis, ante el cambio climático y ante los desafios que hoy afrontamos. Por fortuna los y las ciudadanas hoy son más exigentes con la política. No podemos interpretar su ausencia en los comicios más que como el peligro de desligitimación de las instituciones europeas que no es un triunfo sino una derrota de todos, en medio de la cual avanza la derecha antieuropeísta y xenófoba que nunca falta religiosamente a la cita electoral.

Artículo publicado en el periódico digital Nueva Tribuna

Read Full Post »